Unas manos larguísimas, delicadas, inconfundiblemente femeninas, lívidas, juguetean con unos peces anaranjados, que agitan colas como cabelleras multicolores. Hay una asombrosa intimidad entre estos peces y estas manos.
Verónica y yo sabemos que estas son las manos de una muerta, pero el lector aún no lo adivina. ¿O sí? Tendrá que descubrirlo en el segundo cuento del libro, "La oración bajo el agua". Llegado a este punto, reconocerá la escena que inspiró la ilustración y entenderá la sutil lectura de la artista venezolana.
Verónica Leonetti aporta belleza a la vida cotidiana de la ahogada. Se mete en su piel de muerta y da rienda suelta al deseo de acariciar los peces. No se vive tan mal debajo del agua.
En un segundo plano, las algas bailan como llamaradas verdes, movidas por el viento subacuático, ante un misterioso disco oscuro similar a una pupila.
Y todo ocurre en el más absoluto silencio.
Gracias, Verónica
Me emocionan y me conmueven inmensamente tus palabras Diego. Qué maravilla y qué alegría poder ser parte de esta obra. Mil gracias!
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