Todo el que haya vivido un tiempo en Zaragoza sabe perfectamente que en esta ciudad existe una esquina lenta. Un lugar muy céntrico en el que la disposición de los edificios provoca una peculiar concentración del viento que casi impide caminar, que frena radicalmente los pasos del viandante, dando la impresión de que en ese pedazo de acera el tiempo se estira extraordinariamente, se roza la eternidad.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Para un taller de brevedades - 5



Lo primero es el silencio… Un silencio natural, de lluvia o de hojas, o un silencio de máquinas, ensordecedor incluso. Pero un silencio sin palabras de nadie. En un segundo momento, debemos intentar aniquilar el pensamiento, como proponen los monjes zen. Colocar un manto de nieve sobre todas las palabras que nos bullen en la cabeza, como para curarlas. Nieve, hasta que no se vea ninguna. Más nieve, hasta que dejen de agitarse todas las palabras, hasta que todas las palabras renuncien a revolotear y, lentamente, perezcan.

Por unos segundos, nuestra mente es un alto paraje nevado donde apenas sopla el viento. La idea es que este terreno nevado crezca y se haga inmenso; llegue lejísimos, y nosotros con él. Allí, a miles de kilómetros de todo, podremos por fin detenernos, y podremos, por fin, elegir nuestro próximo paso, en cualquier dirección. Nuestro próximo pensamiento, podrá ser libre, podrá ser nuestro. Será un pensamiento vivo, alejado del pensamiento de la especie, aberrante para la especie, o admirable. Sólo entonces, por fin, encontrará su sentido aquello que dijo Descartes: pienso, luego existo.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Esqueleto del Monte Irago


Prueba de la defensa n° XXIV: Manuscrito anónimo adjunto a una ficha del archivo del Museo de los Caminos de Astorga referente al objeto en depósito “AMB-0342 – Esqueleto del Monte Irago”

En 1967 tuvieron que cambiar el poste de roble de la Cruz de Ferro, porque la madera se pudría. Esperaban cavar un metro, apenas, al pie del mástil, pero éste resultó estar clavado a mucha mayor profundidad. El trabajo se prolongó varios días, pues el poste parecía alcanzar el mismísimo corazón del monte de piedras, del mercurial. Necesitaron retirar todas las piedras que los peregrinos habían depositado allí ritualmente a lo largo de los siglos, para descubrir que el poste estaba en realidad clavado en la propia cima del monte Irago, que el poste era anterior a las piedras. Al pie del mástil descubrieron también el pequeño esqueleto acurrucado, encadenado al poste por las muñecas. Se trata del esqueleto de un niño, humano, de unos siete años, con un cráneo desproporcionadamente grande, y un maxilar asimismo deforme, a modo de fauces. Esta pequeña criatura debió de provocar un pavor indecible entre sus contemporáneos, dejando una marca imborrable en el subconsciente de la comunidad. Unos dos mil años más tarde, el motivo original ya no se recordaba, pero seguía sabiéndose que, al pasar por el monte Irago, era bueno arrojar una piedra más al remoto montón de la cima, de manera que no acabara nunca la oscura labor colectiva de lapidar interminablemente al pequeño demonio.

(Ganador del III Concurso de Microrrelatos de la Asociación Aragonesa de Escritores, 2010; publicado en la revista electrónica Narrativas, n19, 2010).


Vignemale

Bajo el hielo del glaciar hay una figura antigua aquietada entre dos pasos. Toneladas de frío lograron aplacar su afán viajero y su hambre de cordilleras y hasta su rostro quedó convencido y pleno con la sonrisa del estoico. La cristalización alcanzó hasta lo más hondo, y es aquí donde se da la paradoja: que en el centro de su mente un pensamiento breve quedó paralizado (“lejos... más lejos...”) y su terca persistencia hoy empuja al glaciar ladera abajo.

(Ganador del III Premio Internacional de Relato Hiperbreve "Círculo Cultural Faroni" en 1995 con jurado presidido por Luis Landero; incluido en la  antología de microrrelatos Quince líneas, Tusquets, 1996; incluido en la antología de microrrelatos "Cuentos más largos que la vida" preparada por Ana Pérez Cañamares para la revista electrónica La Insignia, 2003).