Todo el que haya vivido un tiempo en Zaragoza sabe perfectamente que en esta ciudad existe una esquina lenta. Un lugar muy céntrico en el que la disposición de los edificios provoca una peculiar concentración del viento que casi impide caminar, que frena radicalmente los pasos del viandante, dando la impresión de que en ese pedazo de acera el tiempo se estira extraordinariamente, se roza la eternidad.

sábado, 3 de junio de 2023

Greguerías sobre árboles y plantas

 

Para mantener enano un bonsái no es necesaria la poda. Basta con insultarlo regularmente.

Quién pudiera, como los árboles, llevar por cabeza esa nube de lenta verdura.

Mirando por la ventanilla del tren, veo pasar un enjambre de girasoles.

Por la noche, cierran el parque Lage con grandes puertas de hierro y grandes candados, para que no salga.

¡Qué bien les sienta la edad a los árboles!

Sopla viento de tormenta: la selva levanta la voz.

Entiendo que, en el bosque, la selección natural sólo haya dejado en pie los árboles de hojas pequeñas, que no oponen resistencia al vendaval. Pero este maravilloso, terso equilibrio entre el bosque, la noche y el canto del grillo, ¿también lo explica la evolución?

Las plantas conocen bien los distintos sabores de la luz.

Del suelo surgen lentos relámpagos de madera.

Todos los árboles del bosque tienen los pies fríos, siempre.

La última hoja del árbol no cayó de seca, sino de sola.

Un árbol estresado, sobrecargado de pájaros.

Peral, manzano, cerezo, almendro... A los árboles nunca les ponemos el nombre de acuerdo a sus hojas, y mucho menos pensando en sus raíces, sino atendiendo apenas a la parte suya que nos podemos comer.

Los campos, organizados en hileras, como disciplinados ejércitos, para luchar por causas incomprensibles y ajenas.

En los días más calurosos del verano, hay algo de refrescante en observar cómo el viento mueve las hojas del chopo, que se transforma entonces en la bebida gaseosa del paisaje.