Todo el que haya vivido un tiempo en Zaragoza sabe perfectamente que en esta ciudad existe una esquina lenta. Un lugar muy céntrico en el que la disposición de los edificios provoca una peculiar concentración del viento que casi impide caminar, que frena radicalmente los pasos del viandante, dando la impresión de que en ese pedazo de acera el tiempo se estira extraordinariamente, se roza la eternidad.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Esqueleto del Monte Irago


Prueba de la defensa n° XXIV: Manuscrito anónimo adjunto a una ficha del archivo del Museo de los Caminos de Astorga referente al objeto en depósito “AMB-0342 – Esqueleto del Monte Irago”

En 1967 tuvieron que cambiar el poste de roble de la Cruz de Ferro, porque la madera se pudría. Esperaban cavar un metro, apenas, al pie del mástil, pero éste resultó estar clavado a mucha mayor profundidad. El trabajo se prolongó varios días, pues el poste parecía alcanzar el mismísimo corazón del monte de piedras, del mercurial. Necesitaron retirar todas las piedras que los peregrinos habían depositado allí ritualmente a lo largo de los siglos, para descubrir que el poste estaba en realidad clavado en la propia cima del monte Irago, que el poste era anterior a las piedras. Al pie del mástil descubrieron también el pequeño esqueleto acurrucado, encadenado al poste por las muñecas. Se trata del esqueleto de un niño, humano, de unos siete años, con un cráneo desproporcionadamente grande, y un maxilar asimismo deforme, a modo de fauces. Esta pequeña criatura debió de provocar un pavor indecible entre sus contemporáneos, dejando una marca imborrable en el subconsciente de la comunidad. Unos dos mil años más tarde, el motivo original ya no se recordaba, pero seguía sabiéndose que, al pasar por el monte Irago, era bueno arrojar una piedra más al remoto montón de la cima, de manera que no acabara nunca la oscura labor colectiva de lapidar interminablemente al pequeño demonio.

(Ganador del III Concurso de Microrrelatos de la Asociación Aragonesa de Escritores, 2010; publicado en la revista electrónica Narrativas, n19, 2010).


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