Todo el que haya vivido un tiempo en Zaragoza sabe perfectamente que en esta ciudad existe una esquina lenta. Un lugar muy céntrico en el que la disposición de los edificios provoca una peculiar concentración del viento que casi impide caminar, que frena radicalmente los pasos del viandante, dando la impresión de que en ese pedazo de acera el tiempo se estira extraordinariamente, se roza la eternidad.

lunes, 13 de marzo de 2017

Sin ánimo de ofender

Ella afila los cantos de mis palabras más suaves. Me pide que le diga "puñal", "garfio", "cuchilla", pero yo le digo "rosa". Ella la mira, le da vueltas, encuentra las espinas, y se las clava hondo.

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