Yo estaba
convencido de haber reunido una colección de greguerías. A mi editor, sin
embargo, lo que más le gustó del libro fue que se trataba de una obra “sin género”,
literatura sin etiquetas. Asimismo, para el generoso poeta que presentó mi
libro, estaba muy claro que en Incumplir
los años “hay de todo”. Por su parte, una librería zaragozana lo clasificó
en la sección de “Ensayo, divulgación, crónica, documento” y otra lo puso en el
grupo de “Narrativa portuguesa y brasileña”. No obstante, quien quiera hallar
el libro en la Biblioteca Pública de Zaragoza tendrá que buscarlo en los
estantes de “Poesía”. La reseña de El
Periódico de Aragón, difiriendo de todos los anteriores, afirmaba que Incumplir los años no era literatura,
sino un “manual de vida”, es decir, una especie de libro de autoayuda. Por lo
demás, he comprobado que cuando alguien toma por primera vez entre sus manos
este libro, al saber que en su interior hay un texto para cada día del año, lo
que hace en primer lugar, curioso, es echar un vistazo al día de su cumpleaños,
esperando encontrar allí una revelación clave que se ajuste mágicamente a su
vida, o un consejo misterioso dirigido exclusivamente a él, impulsado por la
oscura intuición de que Incumplir los
años es una suerte de libro-oráculo.
Yo a nadie le quito
la razón.
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