Todo el que haya vivido un tiempo en Zaragoza sabe perfectamente que en esta ciudad existe una esquina lenta. Un lugar muy céntrico en el que la disposición de los edificios provoca una peculiar concentración del viento que casi impide caminar, que frena radicalmente los pasos del viandante, dando la impresión de que en ese pedazo de acera el tiempo se estira extraordinariamente, se roza la eternidad.

domingo, 12 de agosto de 2012

Algunas greguerías al azar de Incumplir los años

A veces a la Tierra se le ponen todos los bosques de punta.

Como es vegetariana, cuando voy con ella consumo helecho.

¿Cómo serían las catedrales góticas cuando aún estaban cubiertas de carne, pelo y ojos?

Un campo de violinistas mecidos por el viento.

Turismo a zonas de desgracia.


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