Todo el que haya vivido un tiempo en Zaragoza sabe perfectamente que en esta ciudad existe una esquina lenta. Un lugar muy céntrico en el que la disposición de los edificios provoca una peculiar concentración del viento que casi impide caminar, que frena radicalmente los pasos del viandante, dando la impresión de que en ese pedazo de acera el tiempo se estira extraordinariamente, se roza la eternidad.

viernes, 3 de agosto de 2012

Contraportada de Incumplir los años, por Enrique Cebrián Zazurca


Este es un libro fronterizo. Los libros sin género son, en realidad, aquellos libros que contienen todos los géneros, el lugar donde la literatura se quita las etiquetas y nos muestra su indómita belleza.
Incumplir los años contiene la esperanza optimista de un texto melancólico y la tristeza romántica de un chiste, la precisión del aforismo y la vaguedad de una duda.
El lector hallará en estas páginas un extenso catálogo de humoradas, una lista infinita de metáforas, un caligrama perdido, imágenes poderosas y artefactos literarios que recuerdan a las greguerías de Ramón o a las chilindrinas de Tomás Seral y Casas, paisano del autor. Todo ello convive con un tono meditativo, con un estoicismo moral pasado por los trópicos del Brasil. Verdaderamente, sorprende comprobar todo lo que puede contener una obra sin género.
Si usted no sabe en qué lugar de su biblioteca colocar este libro que no es un poemario, que no es una novela, ni una colección de cuentos, ni un drama… pero que lo es todo, no se preocupe: resérvele la L, de Literatura.

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